miércoles, 24 de octubre de 2007

Silencios

Es curioso:

Cuando voy a una reunión por motivos de trabajo (con clientes o similar) NO paro de hablar.

A la mayor parte de mis compañeros les encanta que sea así, ya que se ahorran tener que hablar ellos. Incluso suelen decir que lo hago bien, con criterio y seguridad (y espero que no sea sólo por dorarme la píldora).

Cuando me reúno con amigos o familia, cada vez hablo menos y me gusta más escuchar.

Antes, al igual que en las reuniones de trabajo, hablaba sin parar y creo que también aparentaba hacerlo con criterio y seguridad, como si supiera muchas cosas de la vida y eso me diera derecho a opinar sobre todo.

Ahora me parece que, cuando estoy con gente de confianza, aprendo y disfruto tanto o más escuchando a los demás como hablando.

No es que me haya vuelto mudo, pero hablo menos. Sólo vuelvo a hablar demasiado en contadas ocasiones y, especialmente, si en el grupo hay personas que acabo de conocer o no son de verdadera confianza.

Creo que, en parte, se debe a que estoy menos seguro de mis criterios y de lo que sé de la vida que cuando tenía unos cuantos años menos y necesito más contrastar mis ideas u opiniones con las de los demás. Que valoro más sus opiniones y su forma de ver la vida, su experiencia y sus sentimientos, los matices que ellos ponen a las cosas.

Desgraciadamente, en el trabajo sigo sin encontrar que haya demasiada gente que pueda aportarme cosas. Así que no encuentro muchas razones para escuchar.

¿Será pura vanidad mía o realmente el "mundo profesional" en general es así de mediocre?

¿Será que tengo mala suerte con el mío y hay otros "mundos profesionales" mucho mejores o más interesantes?

¿Será, simplemente, que lo miro con malos ojos?

...

( Nota del autor: Ya sé que no iba a hablar de trabajo en este blog, pero hay veces que se mezcla de tal forma con la vida que no es fácil saber si estoy hablando de mi trabajo o de mi vida. ¡Sed comprensivos!)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si te sirve de consuelo, en eso nos parecemos...

Hay veces que para lo que hay que oir es mejor no escuchar, y hay veces que para comunicarte no hacen falta las palabras... cuando conoces a alguien, no hace falta hacerte el graciosillo o el simpatico...

Anónimo dijo...

doy fe de eso.. y me encanta ¿sabes las de horas de conversación que me has ahorrado con tu "verborrea"? ja ja ja. Ni te imaginas la tranquilidad que da saber que en la reunión estarás tu: es una garantía de que saldrá bien. Y claro, no sólo nos enseñas sino que también nos "libras" de oir las estupideces de algunos a los que visitamos, o las de algunos que nos acompañan. En el trabajo no dejes de hacerlo ¡¡por favor!!. Ahora bien, te felicito por lo que comentas sobre la parcela privada. ¿sabes? lo confieso.. a mi también me pasa (aunque a veces no lo parezca)... ¡cuánto nos aportan las personas que queremos!. Un beso. L