jueves, 30 de julio de 2009

Frenesí veraniego y soplos de aire fresco.

Es ya un clásico.

Todos los años por estas fechas me quejo del estrés prevacacional; de tener que estar cerrando cosas a todo correr; del miedo a que, a ultima hora, algo se tuerza y no pueda coger las vacaciones tan ligero de equipaje como me gustaría. 

Este año es distinto.

No sé si me pasa como con el calor, que ya no sé si me estoy acostumbrando al que hace en Madrid o que este año, aunque también hace mucho calor, es menos sofocante que otros. El hecho es que este año mi frenesí prevacacional no tiene nada que ver con el miedo a que las cosas del trabajo se me tuerzan a mí, sino con el descubrimiento de que, por fin, se le empiezan a  torcer a otras personas que yo creo que, honradamente, lo merecían.

Aunque todos sepamos que el mes de julio en Madrid suele ser sofocante y que el mundo laboral tiende a ser injusto, siempre es un soplo de aire fresco y un alivio que, al menos este año, lo sean un poco menos.

Que dure y que no nos toque una vuelta de vacaciones bochornosa y tormentosa.

Aunque todos sabemos que las rachas de viento afectan mucho a las (y los) veletas.

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