martes, 27 de marzo de 2007

El vértigo de la fama

Estoy abrumado por mi repentino éxito mediático.

Alguien que yo conozco muy de cerca (no os doy más pistas, porque todos sabéis ya quién es) me ha citado ayer en su blog, incluyendo un tentador enlace de esos que uno pincha casi sin querer.

De un plumazo y, sin estar preparado para tanto éxito, he heredado su público, incluyendo los famosos “suecos”. La diferencia entre el antes y el después es espectacular: he pasado de tener una media de dos visitas al día (casi siempre las dos mías) a nueve visitas en el día de ayer (ninguna mía).

Estoy casi seguro, y casi lo espero, de que ha sido una moda pasajera y casi nadie volverá a pasar por aquí, pero no puedo evitar sentir cierto pudor o miedo escénico. Todavía no había decidido si lo de este blog iba en serio o no y, de repente, me encuentro con que tengo un público al que no debería defraudar, especialmente si quiero mantenerlo (confieso que también tiene su parte buena eso de que alguien se lea los posts que escribo).

Estoy en una encrucijada y barajo diferentes posibilidades en esta nueva etapa “orientada al gran público”.

La primera tentación es inclinarme por una programación más comercial. Hablo de contar chascarrillos y anécdotas, a ser posible divertidas. Confieso que me encanta leer ese tipo de cosas y seguro que iba a ser bien recibido por mi público heredado.

Otra opción que había estado barajando era la de girar hacia un tono más intimista (incluso poético). Antes de este repentino éxito había pensado hablar de un poema de Octavio Paz que Luis Pastor convirtió en una canción y que siempre me ha gustado muchísimo. Este tipo de “efusiones” me da un poco de pudor ahora que corro el riesgo de que alguien lo lea y tendré que pensarlo un poco mejor.

Lo malo de las dos opciones anteriores es que pueden acabar con mi imagen de chico serio y un poco soso, que llevo años cuidando. La verdad es que no me importa por “los suecos”, pero alguno de mis nuevos y probablemente efímeros visitantes son personas que me conocen, incluso aprecian, desde hace años y tampoco debería defraudar sus expectativas. Al fin y al cabo, uno también se debe a la imagen que sus amigos tienen de él. No quisiera ser uno más de esos mitos que se nos van cayendo en los últimos tiempos.

Por eso me tienta la idea de hacer notas asépticas y más o menos serias sobre los libros que he leído, las cosas que he visto en la tele, las películas de las que oigo hablar (lo de ir al cine es una utopía por el momento), ...

Probablemente no haré ninguna de las tres cosas o, mejor dicho, haré las tres, mezcladas con cualquier otra cosa que se me vaya ocurriendo.

Definitivamente, creo que voy a ir haciendo cada vez lo que me apetezca, incluso no hacer nada si no me apetece. Al fin y al cabo, para eso creé este blog, para hablar de lo que me apeteciera, siempre que no fuera trabajo, y no puedo dejarme influir por el éxito o fracaso de audiencia en una fase “tan prometedora” a la par que incipiente de mi carrera.

En cualquier caso, gracias por haber pasado por aquí, especialmente a los que volváis a hacerlo. Confieso que me ha hecho un poco de ilusión.

(Por cierto, un día os cuento lo de los “suecos”)

...

No hay comentarios: