viernes, 6 de julio de 2007

Madurez creativa

Siempre he pensado que los autores que ya han llegado a determinados niveles de calidad con sus obras y, además, han ganado suficiente dinero con ellas para no necesitar urgentemente publicar cualquier cosa para poder vivir, tienen la obligación de no prodigarse demasiado y seleccionar muy bien lo que van a publicar antes de hacerlo.

No sería la primera vez que una carrera literaria con una primera o primeras obras muy prometedoras, se hunde por una continuación mediocre.

Es mejor reposar, volver a acumular suficiente creatividad y trabajo para que la segunda y siguientes obras estén a la altura de las primeras o, en el peor de los casos, no queden muy por debajo. Así se alcanza una madurez creativa que garantiza la duración del respeto y quizás admiración por parte de tus lectores.

Lo que es absurdo es que aplique ese criterio a mí mismo: ni he alcanzado ese nivel de calidad creativa, ni tengo un público al que no deba defraudar (o por lo menos es un público tolerante, espero).

Llevo unos cuantos días, ya semanas, sin escribir nada en este blog porque no se me ocurre nada que esté a la altura de uno o dos post de los escritos anteriormente y de los que me siento satisfecho (sólo un poco).

Supongo que lo bueno de un blog es que uno no está construyendo una obra literaria en un sentido estricto. Se parece más a un cuaderno de borradores en el que uno va poniendo cosas y que puede llegar a borrar en caso de necesidad o de "vergüenza sobrevenida". Como muchas otras cosas en esta cultura actual, es "de usar y tirar". Ese es parte del encanto de este medio, porque te da una libertad que no puedes despreciar, aunque sea un poco cercana a la irresponsabilidad creativa.

En cierto modo me debo a mi lector (y lo digo en singular porque hay muchos días en que sólo tengo una visita) y me imagino que tiene que ser muy frustrante asomarte todos los días a una página en la que no pasa nada.

Lo que me propongo hacer es algo parecido a lo que sucede en esa situación triste y algo humillante de cuando nadie se acuerda de felicitarte por tu cumpleaños o por Navidad. Cuando te llega la "felicitación mercenaria" de unos grandes almacenes o de el banco, en cierto modo, te sientes un poco menos olvidado. Es verdad que no es ni la mitad de buena que las felicitaciones de calidad, las de las personas a las que quieres y que sabes que lo hacen con sinceridad. Pero ese sucedáneo es un consuelo, aunque desvirtuado, y es mejor que nada.

Así que he tomado la decisión de escribir cualquier cosa y llenar de posts este blog moribundo: cosas breves, ocurrencias sin desarrollar, simples frases, ...

Se parecerán un poco a esos sucedáneos de los que estoy hablando, pero os pido comprensión.

Al fin y al cabo, tengo la ventaja de que sólo soy una "promesa literaria" que no ha llegado a su "madurez creativa".

...

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