viernes, 9 de enero de 2009

Días raros


Éstas últimas semanas han sido unos días raros: me apetecía escribir muchas cosas y no he sido capaz de escribir ni un solo post realmente nuevo para este blog desde hace varias semanas.

La verdad es que no ayuda mucho esto de haber estado de un lado para otro, en casas prestadas, sin ordenador, sin Internet.

Una vez leí o escuche, creo que a  Vargas Llosa, que la inspiración existe, pero te tiene que pillar trabajando para que sirva para algo. 

Tener una idea brillante mientras te duchas o cuando te despiertas fuera de tu casa sirve para distraerte y tardar un poco más en ducharte o levantarte, pero casi nunca se acaba transformando en algo productivo y real, si no puedes ponerte a escribirlo en los quince o treinta minutos inmediatos. 

Así que últimamente empiezo a pensar en comprar un miniordenador o una grabadora o algo que me permita guardar en un soporte estable lo que acabo de pensar, casi en el mismo momento en que se me ocurra, porque confieso que tengo una facilidad pasmosa para olvidar los detalles de cosas que había imaginado con muchísima nitidez.

Aunque, pensándolo bien, igual la solución es más sencilla y puedo recuperar la vieja idea de utilizar el papel para escribir las cosas que se me ocurren cuando no tengo un ordenador a mano. 

También es verdad que ya no estoy seguro de si seré capaz de escribir algo que no sea la lista de la compra en un papel. Cada día me cuesta más no poder borrar  o incrustar nuevo texto en una frase que acabo de escribir. 

Ahora casi me parece mentira que pasara los primeros veintitrés años de mi vida sin tocar un ordenador.

Pero, por otra parte, viendo mi letra, ya se veía venir que mi relación con los manuscritos no tenía muy buenas perspectivas.

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