viernes, 5 de diciembre de 2008

El sueño de escribir, describir los sueños y ... escribir con sueño

Dice mi querida y, en muchos casos, admirada Paloma Díaz-Mas, en un artículo relativo al proceso creativo de parte de su novela El sueño de Venecia que he encontrado recientemente, que "la creación literaria [...] surge de una extraña combinación de anecdotas triviales y recuerdos transcendentes".
 
No sé si esa afirmación es o no completamente cierta, pero algunas veces pienso que el balance de nuestra vida también va teniendo mucho de eso, de mezcla de anecdotas triviales y recuerdos o momentos transcendentes. Así que es muy probable que, si puede aplicarse a la vida, casi seguro que, en mayor medida, puede hacerse con la escritura.
 
Sucede que a veces, especialmente cuando me pongo a escribir, tengo tendencia a ver las cosas desde un punto de vista más transcendente de lo que en realidad son y, por esa razón,  cosas que no dejarían de ser pequeñas anécdotas, a veces pasajeras, toman un "peso de trascendencia" que les hace ser vistas con una nueva luz, como si fueran más importantes que en el momento en el que estaban sucediendo.
 
Y, en parte, eso es lo que me gusta de escribir.
 
Escribir permite recrear el mundo, llenarlo de matices, de ángulos realmente difíciles de percibir en el suceder cotidiano, en el que las cosas pasan tan rápido y tan rodeadas de sus propias circunstacias que sólo puedes captar esa anécdota que parece trivial. Escribir permite rellenar los huecos, resaltar o suavizar las luces, iluminar las zonas oscuras, expulsar o exaltar lo feo y, al final, poner las historias que cuentas al servicio del sentimiento que quizás no tuviste en el momento de vivirlas, pero que sí que tienes en el momento de recordarlas.
 
Cuando pienso en todo el tiempo que hemos pasado los sucesivos grupos de personas de los que he formado parte, de niños y no tan niños, recordándonos unos a otros las historias compartidas, reinventándolas las más de las veces, no puedo más que ver que este deseo de recrear y transformar en parte parte lo vivido es algo común y mucho más extendido de lo que pueda parecer.
 
Recuerdo a algún amigo de la infancia, ya perdido para siempre en ese desconcertante vacío en el que desaparecen las personas con las que dejas de relacionarte después de haber sido amigos íntimos, que poseía una capacidad y vocación para la recreación de historias digna de los mejores cuentistas. Me recuerdo sorprendido al escuchar como en la historia que él contaba, supuestamente correspondiente a alguna "aventura" en la que yo también había participado, los montes eran más altos que en mis recuerdos, las acciones más arriesgadas, la pasión más intensa, las nevadas más frías, las chicas más guapas o más feas, ... Incluso aparecían personajes o episodios que yo juraría que nunca habían existido en la versión básica y más realista de la historia. Estoy convencido de que, a base de contar la historia una y otra vez con esos aderezos o "licencias poéticas", él mismo acababa creyendo que eran parte de la historia real. Incluso alguna vez empezó a parecerme que la parte soñada, inventada, de la narración iba haciéndose cada vez más hegemónica y amenazaba peligrosamente con acabar dejando lo real reducido a la nada. Confieso que alguna vez llegué catalogarlo directamente como un mentiroso, pero visto desde ahora, creo que quizá sólo estaba describiendo sus sueños.
 
Después de él, he visto a otras personas haciendo lo mismo, aunque creo que de forma no tan exagerada. Hasta yo mismo me he sorprendido iniciando un proceso similar cuando recreaba las historias que contaba. Pero no puedo evitarlo, siempre he sido demasiado consciente y, según empiezo a embarcarme en una invención pura, me veo a mí mismo desde fuera hablando como un estafador y no tengo más remedio que volver a la realidad.
 
Por eso creo que sueño con escribir historias. Cuando escribes algo supuestamente inventado puedes añadir todos los detalles que quieras, perspectivas imposibles, personajes nuevos, cambiar el orden de los acontecimientos, hacer que ganen los buenos o los malos según te apetezca, ... y todo ello es válido y hasta bueno.
 
Lo que muchas veces no confiesas es que, detrás de lo que inventas, hay más cosas reales de las que parece. Igual que detrás de lo que muchas veces todo el mundo cuenta como si fuera real, hay muchas cosas inventadas.
 
Todos somos unos mentirosos en potencia o, quizá, unos artistas que reflejamos el mundo desde un punto de vista "más creativo".
 
Creo que esta noche no voy a ser capaz de decidir cuál es la interpretación más correcta, así que os dejo, que tengo sueño y ésto, más que sobre el sueño de escribir o sobre describir los sueños, empieza a ser, literalmente, escribir con sueño.
 
...
 
(No quiero dejar este post sin recomendaros que leáis El sueño de Venecia, de Paloma Díaz-Mas. Creo que debería ser lectura obligatoria: está muy bien escrito, se aprende más sobre literatura española y estilos literarios que estudiando varios años y, además y no menos importante, es divertido)

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